Nuestra solución, ¿los árboles?

A la pregunta de si nos salvaremos del cambio climático plantando árboles, lamentablemente es no. Aunque es una buena herramienta, hay que hacer más cosas.

Tras el Acuerdo de París en 2015, se vio que el cambio climático per sé no se podría evitar, pero sí que se deberían realizar acciones para mitigar sus efectos. Y para ello, uno de los objetivos claros es intentar que no aumente la temperatura media global a más de 2ºC.

Como se sabe la relación entre las emisiones de  CO2 y el calentamiento global, tanto gobiernos, como iniciativas privadas o comunitarias han empezado a moverse en esa dirección, proponiendo un sin fin de propuestas, siendo una de las más populares plantar árboles.

UK ha elaborado un programa de plantación a corto plazo que está resultando un éxito; desde el departamento de agricultura de EEU siguen una iniciativa a través de donaciones; China lucha contra el cambio climático a través de su programa Great Green Wall; programas como trillion tree campaign están funcionando también, etc.

Una propuesta singular

El proceso vital de las plantas se considera, en términos generales, un sumidero de  CO2. Si el problema es el exceso de  CO2 en la atmósfera, ¿por qué no plantar árboles? Sería la solución más factible.

A priori esta solución natural suena bien, de hecho, es la más económica en términos absolutos. Sin embargo, se han de contemplar otros factores que también afectan al resultado final.

Las plantas como seres vivos

Efectivamente las plantas son seres vivos: nacen, crecen, mueren y finalmente se descomponen liberando  CO2. La absorción de CO2 que pueden realizar se considera neutra en el sentido del ciclo de su vida.

El hecho de que se consideren sumideros de dióxido de carbono, es porque, en la vida adulta suelen captar más  CO2 del que expulsan a la atmósfera, por lo que, a un corto plazo podría servir como paliativo al problema.

Sin embargo, hay que tener en cuenta, que, como seres vivos, pueden tener enfermedades, plagas, sequía, otros accidentes como incendios o simplemente se mueren. Entonces, estos grandes sumideros de CO2 se convierten de manera inmediata en emisores.

El espacio a ocupar

Según un estudio inicial realizado por la ETH-Zurich a 78.000 bosques, existe un espacio de 900 millones de hectáreas que podría ser utilizado para este proyecto. Esto equivale a una superficie similar a EEUU.

Sin embargo, parece ser que ese espacio debería ser mayor pues los datos del estudio sobreestimaban la cantidad de CO2 que absorberían los árboles.

Y, dónde plantarlo, sería la siguiente pregunta. Para que las plantaciones fueran exitosas, se deberían contemplar las condiciones del terreno: agua, luz, tipo de suelo, etc. Hay quien aporta que lo óptimo sería en el trópico, pues los árboles crecen más rápido. Pero, ¿hay la suficiente superficie en el trópico para dicho cometido?

El tiempo, ese gran parámetro

Los cálculos de absorción de CO2 siempre se hacen con parámetros de árboles adultos, pues es cuando éstos funcionan como tal.

¿Cuánto tiempo hay que esperar para que esta acción tenga efecto? Bueno, un árbol, dependiendo de la especie, tarda unos 40 años en ser adulto.

Y, ¿qué plantamos?

Siempre que se habla de este tema, se da por sentado que se han de plantar árboles, pero por qué la agricultura no funciona como sumidero de carbono. Pues básicamente porque todos los procesos relativos a la agricultura son más contaminantes que la propia absorción que tiene el cultivo: fertilizantes, maquinaria agrícola, etc.

Saber qué plantar, dónde y cómo son las principales preguntas de este macro proyecto de reforestación. El qué plantar está sujeto a determinado dónde se planta. No es lo mismo una región con sequías prolongadas que una zona con mayor concentración de lluvias, pues el tipo de planta a reforestar será diferente.

Otros factores como el tipo de suelo, cómo es el terreno (si llano o abrupto), la luz y otros parámetros naturales afectarían a la elección de la o las especies. Y, como consecuencia, al presupuesto.

¿Qué hacer, entonces?

Poner a los árboles como principal responsable de la solución al problema, es, cuanto menos, injusto y desacertado.

Plantear un escenario de medidas combinadas sería lo más inteligente, en vez de apostarlo todo a una carta: Reducir las emisiones de CO2 derivadas de los combustibles fósiles, establecer soluciones tecnológicas que actúen como trampas de CO2 como las máquinas de absorción de CO2 , así como reforestar.

Referencias y recursos

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