A causa del confinamiento algunos países han experimentado una reducción de los ratios de contaminación acústica en algunas de sus ciudades, reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, mejorando también así la calidad del aire. Sin embargo, ¿será esta disminución solo temporal? ¿Afecta algo la calidad del aire y la propagación del COVID-19? ¿Qué impactos medioambientales tiene el COVID-19? Son algunas de las dudas que nos pueden surgir.
Los impactos de la pandemia se han hecho notar a lo largo del globo. Según reflexiona la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen: «La pandemia del coronavirus, que ya ha causado devastación y dificultades inimaginables, ha detenido casi por completo nuestro estilo de vida. El brote tendrá consecuencias económicas y sociales profundas y duraderas en todos los rincones del planeta.» Si bien el parón de la actividad económica ha supuesto una mejora cualitativa del aire, ha supuesto también un aumento de residuos médicos y peligrosos.
Si vemos imágenes del satélite Sentinel-5P, éstas muestran que los niveles de contaminación atmosférica por dióxido de nitrógeno han caído en picado en toda Europa desde la pandemia. El NO2 se emite en la mayoría de los casos por la quema de combustibles fósiles a altas temperaturas, como en los motores de combustión interna.
A la pregunta sobre si la disminución de gases de efecto invernadero a la atmósfera será temporal o no, hay expertos que se muestran escépticos.
Según Andersen, el COVID-19 no supone un hecho prometedor para el medio ambiente, ya que los efectos del medio ambientes se deben a un trágico sufrimiento humano y una desaceleración económica drástica. Más contundente es Joeri Rogelj, experto en cambio climático y medio ambiente del Imperial College de Londres, quien afirma que dicho cambio no es permanente.
Otros, como, Dominic Moran, profesor de Economía Agrícola y de Recursos en la Universidad de Edimburgo, Escocia, son más optimistas.
Si la crisis que ha provocado la pandemia se prolonga en el tiempo, afectará al comportamiento de los consumidores, ya sea por el impacto económico o por conciencia ambiental. Cualquier impacto sobre la demanda afectará directamente al consumo de combustibles fósiles, y por extensión al cómputo global de emisiones.
Pero parece ser que tanto la calidad del aire como la mortalidad que produce el COVID están relacionadas. Exposiciones a largo plazo a la contaminación atmosférica aumenta la vulnerabilidad a experimentar resultados más severos del virus. Esta es una de las conclusiones que ha aportado un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard.
«Encontramos evidencia estadísticamente significativa de que un aumento de 1 μg/m3 en la exposición a largo plazo a PM2.5 está asociado con un aumento del 15% en la tasa de mortalidad de COVID-19″, aporta el equipo en el documento.
Estos niveles de PM2.5 a largo plazo se refieren a partículas microscópicas en el aire con un diámetro de menos de 2,5 μm. Este tipo de partículas se forma a través de la quema de combustibles fósiles, y ya está relacionado con las excesivas tasas de muertes prematuras debido a ataques cardíacos, problemas pulmonares y cáncer.
Referencias y recursos
- CarbonBrief (19 Febrero 2020), «Analysis: Coronavirus has temporarily reduced China’s CO2 emissions by a quarter.«
- United space in Europe (12 Marzo 2020), «Coronavirus: las emisiones de dióxido de nitrógeno caen en Italia«
- ONU (7 Abril 2020), «La pandemia de coronavirus es una oportunidad para construir una economía que preserve la salud del planeta«
- EarthArXiv Prepints (19 Abril 19 2020), «Lockdown caused by COVID-19 pandemic reduces air pollution in cities worldwide»
- Harvard Universitiy (24 Abril 2020), «Exposure to air pollution and COVID-19 mortality in the United States: A nationwide cross-sectional study»